lunes, 24 de diciembre de 2012

BREVE ATLAS DE HISTORIA DE ESPAÑA (I): PREHISTORIA Y EDAD ANTIGUA

Publico a continuación una serie de mapas elaborados por mí. No es que sean muy buenos pero algo ilustran nuestra historia. El lector puede, si quiere, usarlos a su gusto y sin necesidad de citarme ni nada por el estilo. Son de libre y completa disponibilidad. Algunos ya han sido publicados en otras entadas del blog, pero ahora los reuno en un mini atlas de mi propia elaboración. Mis conocimientos de informática son muy limitados y tienen por ello omisiones y signos gráficos algo toscos. Nada es perfecto y todo es mejorable. Aunque los expongo aquí y ahora, en días sucesivos iré volviendo a cada entrada para escribir el texto correspondiente y sus actualizaciones. Así ire publicando una resumidísima Historia de España. También iré incluyendo otros mapas que vaya elaborando poco a poco para el internauta que llegue en cualquier momento a esta entrada. En esta primera se exponen los mapas de Prehistoria e Historia Antigua. Saludos.

1. LA PENÍNSULA IBÉRICA EN LA PREHISTORIA





Para el comentario de estos cuatro primeros mapas de la Prehistoria, remito a mi entrada de hace un año: http://histocliop.blogspot.com.es/2011/12/la-prehistoria-peninsular.html. Hacer clic y se enlaza.

2. LA PENÍNSULA IBÉRICA EN LA EDAD ANTIGUA
 
 

Hacia el siglo IX datan los restos arqueológicos el límite superior de la civilización tartésica, la primera propiamente histórica de nuestra península. Su forma de gobierno monárquico era muy similar a las ciudades-estado de la Edad Antigua. Su rápida caída se fecha hacia el 550 a.C. Hacia el 640 sobresale la figura del rey Argantonio. Aunque se sabe que puede estar en la ría de Huelva o en el bajo Guadalquivir, aún es un enigma su emplazamiento. Su área de influencia se calcula que se extendía desde la desembocadura del Guadiana hasta Elche. El tesoro de El Carambolo (Sevilla), con piezas de oro puro: brazaletes y collares, son de un valor incalculable. Desapareció de forma súbita. Se especula con una multicausalidad (desastres naturales, presiones políticas, etc) como la posible explicación.
Hacia el siglo VIII a.C. se produjeron los contactos con los fenicios, primeros pueblos foráneos que llegaron a la Península. Sus factorías chocaron con las formas de vida indígena, modificándola lentamente. El negocio era mutuo: los fenicios aportaban objetos elaborados y el modo de vida urbano. A cambio, los indígenas proporcionaban los mnetales demandados por aquellos. Tras las factorías de carácter provisional, surgían unos asentamientos estables (Gadir-Cádiz, Malaka-Málaga, Abdera-Adra), con inmigrantes orientales que imponían su modus vivendi en la comarca cercana. El hinterland intentaba ser lo más autosuficiente posible para no depender de las poblaciones indígenas, de lealtad más que dudosa.
La presencia griega ha sido considerada a la baja recientemente. Llegaron hacia el siglo VII a.C., pero se asentaron muy lentamente (hacia el siglo V). Su influencia fue muy intensa en la costa catalana (Emporion-Ampurias), descendiendo a medida que avanzamos hacia el sur (Hemerescopion-Denia).
Los púnicos o cartagineses eran los herederos de una colonia fenicia de Tiro asentada en Cartago, que acabaron por desplazarla. Los cartagineses ya habían nacido en África. En Ebuso-Ibiza, los cartagineses se superponen a un estrato fenicio hacia el 550 a.C. Ebuso fue la base de operaciones desde la que irradiaron su influencia hasta Gades, por el oeste, y hasta Masilia-Marsella, por el este. En en centro del área se situaba la propia Cartago.
Dentro de los pueblos prerromanos indígenas, decir que la Península era un varipinto mosaico de culturas. Se distinguen dos grandes grupos entre la amplia gama: el área ibérica (en las costas este y sur) y el área céltica (desde el extremo suroccidental peninsular hasta el norte cantábrico y la Meseta).
En el área ibérica se advierte un  proceso de iberización desde el siglo VIII a.C. Algunos grupos tribales fueron los ilergetes (Lleida), Edetanos (Sagunto, Valencia), oretanos (alto Guadalquivir), turdetanos (Andalucía occidental), con poblados defensivos (oppida) y la entida más "civilizada" de las prerromanas, bástulos o bastetanos (Basti-Baza, Granada). Tenían una economía agroganadera con buena irrigación e incipiente trashumancia. El cobre, la plata y el plomo eran su base minera. Gobernados por monarquías, contaban con una sociedad jeraquizada en torno a una clase aristocrática. Las damas ibéricas son un ejemplo de estilismo: la de Elche, la de Baza o la recientemente descubierta de Cabezo de Lucero (Alicante) estaban ricamente policromadas. También destacan los centauros como la Bicha de Bazalote (Albacete).
En el área pirenáica de ambas laderas francoespañolas, se localizan los vascones, diferenciados de los celtas y de los íberos.
El área céltica se ve poblada por incursiones sucesivas durante varios siglos de pueblos diferenciados de procedencia indoeuropea. Estos pueblos ocuparon un área desde el Pirineo occidental hasta el extremo suroeste peninsular. Algunos grupos tribales fueron los galaicos, astures, ambos con un cultura castreña de castros fortificados y formados por chozas circulares con teitos vegetales (Castro Coaña, Asturias o Santa Tecla, Pontevedra), los cántabros, los celtíberos de la Meseta oriental y el valle del Ebro (Segobriga, en Cuenca, Tiermes y Numancia, en Soria, Bilbilis-Calatayud, en Zaragoza, etc), los vacceos en el centro de la Meseta norte, los vetones (provincias de Ávila, Salamanca, Toledo y Cáceres), con los vistosos y pétreos Toros de Guisando (Ávila), carpetanos (provincias de Madrid y Toledo), y los lusitanos (ambas zonas de la fronteras hispanoportuguesa). La invasión romana acabó con un proceso interno de evolución a formas urbanas de estos pueblos agroganderos. Se gobernaban por cuadillos, como el célebre Viriato y sus tácticas de guerrillas contra enemigos superiores.

 
Tras el desembarco a finales del siglo III a. C en Emporion, aprovechando las guerras púnicas contra el cartaginés, las legiones romanas avanzaron hacia el sur, a lo largo de la costa Mediterránea. Una conquista relativamente fácil, dado el grado de civilización que tenían los íberos sometidos. Los nombres de Hispania Citerior y Ulterior, responden a cercanía (Citerior) o lejanía (Ulterior) de la metrópoli romana.
Mucho más duro fue el avance hacia el interior mesetario. Someter a pueblos como los carpetanos u oretanos obligó a mayores esfuerzos bélicos. Los sucesivos asedios de la ciudad celtíbera de Numancia, así lo atestiguan. Tras ello, el avance al oeste peninsular, el territorio de los lusitanos, liderados por el pastor Viriato, que planteó una dura guerra de guerrillas, fue el otro gran escollo. En total, someter la meseta ocupo todo el siglo II a C.
Por fin, en plena época de guerras civiles romanas, en el siglo I a. C, se hizo necesaria la presencia del emperador Octavio Augusto para reducir la cornisa Cantábrica, solaz de los astures, cántabros y vascones.
 
 
Las ciudades romanas en Hispania respondían a un modelo urbanístico planificado en torno a dos avenidas principales que se cruzan el en centro de esas urbes (cardo y decumana), cruce que coincide con el foro o centro urbano, social y administrativo. La mayoría de las grandes ciudades españolas de hoy son de origen romano, salvo el caso de Madrid (musulmán). Hispalis, Bracara, Cartago y Tarraco eran las capitales provinciales.

 
Como en cualquier imperio, los recursos del territorio colonizado se ponen al servicio de la metrópoli conquistadora, y a ello responde la planificación del territorio. Además de la aculturación de la civilización ibérica y el paulatino dominio de la romana -introducción de la religión, el derecho, la lengua latina y las manifestaciones artísticas- se debe de organizar una red de comunicaciones con la metrópoli. Las calzadas serán el elemento vertebrador peninsular. Su finalidad es doble: por un lado garantizan la major salida de recursos, como en el caso del oro berciano por la llamada Vía de la Plata, pero también tienen función miltar: la misma calzada de la Plata servía para la llegada más rápida de las legiones al noroeste peninsular ante las frecuentes rebeliones de los pueblos del norte cantábrico.



 
Tras la conquista definitiva, Roma se dispuso a organizar administrativamente el territorio, al quedar obsoleta la vieja división de Hispania Citerior e Hispania Ulterior. El emperador Octavio Augusto, implanta las tres grandes provincias y sus capitales: Tarraconense (Tarraco), Baetica (Corduba) y Lusitania (Emerita). Esta división regirá en los doscientos años de auge imperial (siglos I y II d. C).
Tras la muerte de Marco Aurelio a finales del siglo II y el inicio del lento declinar del imperio occidental en el siglo III, el emperador Caracalla (215) crea Gallaecia (Bracara), con el objetivo de establecer menores unidades administrativas para su mejor control.
Con la crisis imparable y el surgimiento de poderes locales semifeudales, cada vez más alejados del control metropolitano, los últimos siglos de la Hispania romana conocerán aún la nueva división de Diocleciano, que crea el territorio Cartaginensis (Cartago Nova) a costa de la Tarraconensis.
Obeservando el mapa puede advertirse que dichas unidades territoriales estaban articuladas por los ríos Ebro (Tarraconensis), Miño y Bajo Duero (Gallaecia) , Tajo (Lusitania), Guadalquivir (Baetica), mientras que la Cartaginensis domina las fuentes del Duero, Tajo, Guadiana y Guadalquivir, además de articularse en torno a los ríos Júcar y Segura. 


En al ámbito extrapeninsular, Hispania, integrada en el extremo suroeste de Europa y, por tanto, del Imperio romano, sufre de lleno la crisis del siglo III, al igual que el resto de la mitad occidental, ante la inicial presión de los bárbaros, convertida en abierta invasión en el siglo V. A fines del siglo IV, el emperador Teodosio, viendo la inevitable caída del imperio occidental, decide dividir el terriotorio entre sus dos hijos: Arcadio recibía la mejor zona, la oriental, próspera y reisisten a los bárbaros, con capital en la vieja Bizancio o Constantinopla. Hispania que en manos de Honorio, que recibe el Mediterráneo Occidental, con capital en Roma. Aunque Odoacro, rey de los hérulos depone en 476 a Rómulo Augusto, último emperador romano, Hispania, desde principios del siglo V, ya es, de facto, visigótica.
Acababa la Edad Antigua y se entraba en el largo tunel del Medioevo.
 
PRÓXIMA ENTRGA: LA EDAD MEDIA


7 comentarios:

Cayetano dijo...

Veo que estás hecho todo un artista en esto de la confección de mapas temáticos. La verdad es que son muy útiles para las clases.
Un saludo.

Juan dijo...

Hola colega. A veces me dejo los ojos en el intento, pero la sarna con gusto no pica. Jejeje. Como has leído, puedes usarlos si lo ves oportuno en tus clases, sin que me cites nI nada de nada. Úsalos libremente y que sirvan para enseñar la historia, que es para lo que están hechos.
FELIZ NOCHEBUENA CAYETANO, PARA TÍ Y PARA LOS TUYOS.

Mari-Pi-R dijo...

Un buen trabajo, creo que tus próximas publicaciones si en cada mapa pones explicaciones será excelente todo.
Buena nochebuena.

Juan dijo...

Hola Mari-Pi-R, poco a poco iré comentando cada mapa. De momento los iré exponiendo y poco a poco explicándolos.
Muchas gracias por tus comentarios.

Anónimo dijo...

Me encantan, esta muy bien. Sirven de mucho para el estudio. Enhorabuena!

Juan dijo...

Gracias Anónim@ por tu comentario.

pepelu dijo...

Curioso que el Reino de Asturias, que llegó a extenderse por todo el norte de la península, incluido el norte de Portugal, País Vasco, y norte de Castilla; que creó una monarquía propia que mantenia contactos diplomáticos con el Reino Carolingio, que creó un arte propio y único en el mundo (Arte Prerrománico Asturiano, que adelanto elementos constructivos del Románico) y que dio lugar a lo que hoy es España, aparezca en el mapa como un hilillo insignificante llamado "núcleo astur". ¡¡¡De irse por la pata´bajo!!!