sábado, 24 de septiembre de 2011

LA GUERRA CIVIL EN LAS ISLAS BALEARES

Hace unos días, al publicar una entrada sobre la guerra civil, un lector blogger amigo, Lorenzo el Retronauta, me dijo en su comentario que echaba de menos una referencia a la guerra civil en las Baleares, donde reside. Pues bien, expongo ahora una recensión sobre el tema solicitado de una obra muy buena sobre la guerra española y que sí se detiene en las islas. El libro en cuestión se titula: Itinerarios de la guerra civil española, guía del viajero curioso, escrito por el profesor Eladi ROMERO, y publicado por la Editorial LAERTES, Barcelona, 2001. La obra ha sido reeditada, corregida y aumentada esta primavera de 2011, según pude ver en la Feria del Libro de Madrid. El tema que resumo se encuentra en las páginas finales del volumen. Es un libro muy interesante, de divulgación de calidad. Tiene la particularidad de complementar los hechos históricos con un paseo por los escenarios de la contienda. Al final de cada capítulo incluye una relación de información turística: hoteles y restaurantes.


LAS BALEARES EN 1936
En marzo de 1936 el golpista y derechista general Manuel Goded Llopis, era el comandante militar del archipiélago. Desde hacía tiempo ya conspiraba con Mola y se sospechó de él cuando en 1932 se dió el fallido golpe de Sanjurjo.
MALLORCA
Las guarniciones del Ejército de Tierra estaban en Palma e Inca. En Pollensa había una importante base aérea de hidroaviones. Desde el triunfo de las derechas mallorquinas en las elecciones del Frente Popular en febrero de 1936, los conspiradores celebraban reuniones en los palacios de los ultras isleños, los cuales estaban armados por el tráfico ilegal de armas del opulento mallorquín Joan March (exiliado en ese momento y financiador de la conspiración).
El 18 de julio por la noche, el gobernador civil se negó a repartir armas a la población. En esos momentos se proclamó el estado de guerra. El 19 hubo un tiroteo en la Plaza de Corts, muriendo un falangista. Los aviadores de los hidroaviones huyeron a Barcelona. Los sindicatos paralizaron la ciudad con una huelga general. Goded voló a Barcelona, donde fue detenido y ejecutado en agosto.
La huelga fracasó y desde entonces se iniciaron los ataques a las sedes sindicales y republicanas. La Casa del Pueblo de Palma, donada por March al PSOE fue saqueada y convertida en sede de Falange. El alcalde de Palma, el médico Emili Darder, fue detenido y encarcelado en el castillo de Bellver. Fue fusilado el 24 de febrero de 1937.

MENORCA
El general Bosch, jefe militar fracasó en su rebelión y fue fusilado con otros oficiales. La isla permaneció republicana hasta 1939. 
IBIZA
Toda la isla cayó en poder de los rebeldes.

LA EXPEDICIÓN DE BAYO
El capitán Alberto Bayo Girto, que había luchado en Barcelona y contribuido al fracaso de los golpistas, logró el apoyo de la Generalitat para organizar una expedición contra Mallorca e Ibiza, y recuperar el archipiélago para el gobierno. Sin embargo los rebeldes se enteraron de los preparativos contra ellos que se planeaban desde Barcelona.
El 1 de agosto dos submarinos se apoderaron de Cabrera. El día 3 zarpaban los expedicionarios desde Barcelona y desembarcaban en Mahón, donde se cometieron todo tipo de asesinatos y saqueos.
El 7 se conquista Formentera, donde se procede a saquear y asesinar al cura y a un sargento retirado de la Guardia Civil.
Esa tarde se inicia el desembarco en Ibiza, en la cala de San Vicente, ocupándose el pueblo de San Carlos. El 9 toda la isla fue ocupada. Rafael Alberti y su mujer, junto al socialista Luis Araquistain (veraneantes en la isla y apresados por los derechistas) fueron liberados.
Bayo desembarcó en Portocristo (Mallorca) el 16. El plan era atacar Manacor y, por tierra, marchar a Palma. Bayo contaba con 8.000 hombres (guardias civiles leales, tropa y milicianos). Portocristo fue saqueada pero fracasaron en el ataque a Manacor, debiendo reembarcarse hacia Son Servera, aunque el 18 los rebeldes toman esta última localidad. Bayo resistió los ataques posteriores hasta el 27, en que llegaban los primeros aviones italianos.
También llegó a Palma de Mallorca, enviado por Mussolini, el mafioso boloñés Arconovaldo Bonacorsi, que organizó con los falangistas locales los Escuadrones de la Muerte, los cuales sembraron el terror en Palma durante varios meses.
El 3 de septiembre, por la noche, abandonaban los republicanos la isla. Bayo era sometido en Barcelona a consejo de guerra y no volvió a tener mando en toda la contienda. Días después, los rebeldes recuperaban Ibiza. Los republicanos, antes de huir, organizaron una matanza de derechistas de la isla.

Baleares en la guerra civil
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EL RESTO DE LA GUERRA EN MALLORCA E IBIZA
Tras el fracaso de Bayo se desató en la isla la cruel represión. Los dragones de la Muerte la realizaron y el mafioso estuvo hasta diciembre en España. Ejército, Guardia Civil y falangistas, fueron los responsables de casi 2.000 muertes en las islas durante la guerra. Se resucitaron los expedientes de sangre, los cuales investigaban el posible origen judío de las personas, pues en las islas hubo una numerosa comunidad de chuetas, conversos judíos desde la Edad Media. El uso del catalán fue prohibido.
Desde las base de Pollensa se bombardeaban Barcelona y Valencia. El hermano del dictador, Ramón Franco, se estrelló en el mar en 1938. A su vez, los republicanos bombardearon frecuentemente los aeródromos de Son Sant Joan y Son Bonet.



LA CAÍDA DE MENORCA EN MANOS FRANQUISTAS
En Menorca republicana, el cónsul británico Alan Hillgarth hizo de mediador al organizar una entrevista el 9 de febrero de 1939 en el crucero británico Devonshire en Mahón, entre el capitán republicano González de Ubieta y dos representantes de Franco. El cónsul consiguió la evacuación de unos 450 republicanos a Marsella.

jueves, 22 de septiembre de 2011

EL NACIMIENTO DEL NUEVO ESTADO ESPAÑOL EN EL SIGLO XVIII TRAS LA GUERRA DE SUCESIÓN, 1702-1714

Precedentes de la guerra
El cambio de dinastía en la Monarquía Hispánica de los Habsburgo trajo como consecuencia una guerra generalizada en Europa y una guerra civil en la Península. Como es sabido, la falta de descendencia del monarca español Carlos II, ocasionó, antes de la muerte del mismo, una serie de complicaciones diplomáticas a nivel continental. Hasta 1699 no había problemas serios al aceptarse la sucesión del reino español en la persona de Fernando de Baviera. Sin embargo, tras la muerte del mismo, surgió la problemática.
Dos pretendientes sonaban con fuerza: Carlos de Austria, el segundo hijo del emperador Leopoldo, y Felipe de Anjou, nieto del todopoderoso Luis XIV. Antes de morir en el Real Alcázar de Madrid en noviembre de 1700, Carlos II dispuso en su testamento que la corona española recayese en el príncipe francés. Lo hacía, más que por convicción, por interés político. Mucho se ha especulado sobre la decisión, la cual se tomó con el objetivo de mantener la hegemonía española junto a un aliado fuerte, en este caso la Francia borbónica. La continuación de la alianza, casi bicentenaria, de Madrid con Viena ya no se consideraba como la mejor opción para conservar un todavía inmenso imperio territorial, pues apenas había tenido recortes territoriales, salvo plazas en Flandes, el Roselló, el Franco-Condado, la independencia portuguesa y territorios en América: islas en el Caribe, Guayanas y Jamaica.

La Guerra de Sucesión Española (1702-1714)
En 1702, tras la normal entronización de Felipe de Anjou como Felipe V de España el año anterior, estalló la guerra, la cual se convirtió en civil española. La monarquía hispánica tuvo sus problemas territoriales los dos siglos anteriores: Comuneros de Castilla, Germanías valencianas, caso de Antonio Pérez y su complicación con la rebelión de Zaragoza, todas ellas en el siglo XVI. Pero será el siglo XVII el que registró los conflictos más graves tras el polémico proyecto de Unión de Armas del Conde Duque de Olivares, la rebelión de Cataluña y Portugal de 1640, así como rebeliones ya menos importantes como la del duque de Hijar en Aragón o la del duque de Medina Sidonia en Andalucía.
Los cuatro territorios de la Corona de Aragón, tras aceptar inicialmente la sucesión, se rebelaron contra el nuevo rey. En los territorios de Castilla hubo también partidarios del pretendiente Carlos, como el cardenal Portocarrero y parte de la nobleza.

Los contendientes
Una gran coalición dejó en soledad a la nueva alianza hispano-francesa. Gran Bretaña, en plena expansión militar, se alineaba, sobre todo, contra Francia, al sospechar que la alianza de Madrid con París, sería desequilibrante en diplomacia europea. Estaba interesada en acabar con el imperio español desde la época de Felipe II.
El Imperio alemán y Austria lo hacían por motivos obvios. Saboya buscaba ya el trono español. Y, por último, Portugal, lo hacía para impedir un reino español fuerte que amenazase su aún recientemente conseguida independencia.

Primera fase de la guerra, 1702-verano de 1706

Los británicos iniciaron sus ataques navales en 1702. Ese año fracasaron ante Cádiz, aunque en agosto de 1704 consiguieron apoderarse de Gibraltar tras un bombardeo y un desembarco por el istmo del peñón. También hubo un enfrentamiento en aguas malagueñas.
En el verano de 1705 hubo un ataque fallido ante Badajoz, aunque en agosto hubo un desembarco en Denia. El resto del otoño fue desastroso para los borbónicos al ocuparse Barcelona y Valencia. Entraba el archiduque Carlos en Barcelona, como el rey Carlos III de España.
En 1706 los franceses intentaron un ataque contra Barcelona, pero fueron rechazados. Desde Portugal, por el oeste, con Cataluña en poder del archiduque, se intentó marchar a Madrid por ambos frentes. Esa primavera hubo una ofensiva exitosa contra Ciudad Rodrigo y Salamanca. En junio entraba en Madrid Carlos III y se ocupaba también Zaragoza. Todo parecía que la causa borbónica estaba perdida. Además, Felipe V no mostraba mucho interés en España: no le gustó el Alcázar y se instaló en el Real Sitio del Buen Retiro, al lado opuesto de Madrid, al este. Estaba más pendiente de la sucesión de su abuelo Luis XIV en Francia. Sin embargo, ese otoño la guerra conoció una recuperación del bando borbónico.

Segunda fase de la guerra, otoño de 1706-otoño de 1708

Los franco castellanos atacan en octubre desde el norte y logran entrar en Madrid y expulsar a Carlos a Valencia. En su ataque conquistan Cuenca, Orihuela y Elche. La ofensiva continúa en noviembre (conquista de Cartagena) y en diciembre (ocupación de Alcántara).
Al empezar el año 1707, con la moral alta, los ejércitos borbónicos avanzan y derrotan a los austracistas en Almansa en abril. La victoria fue muy importante, pues supuso la caída de Valencia en poder de Felipe V en mayo. Ese mismo mes cae Zaragoza y, en noviembre, se conquistan Lérida y Ciudad Rodrigo.
En 1708 continúan los éxitos borbónicos al ocuparse Tortosa, Alicante y Denia. Sin embargo en otoño se advierte un nuevo cambio de tendencia en la guerra: en septiembre, los británicos ocupan la isla balear de Menorca.

Tercera fase y última, otoño de 1708-septiembre de 1714

Tras la mencionada conquista de Menorca, y tras un año de 1709 de relativa inactividad, en 1710 los austracistas reconquistan Lérida en julio. En el resto del verano sus avances llegan a Zaragoza y, en septiembre vuelven a recuperar Madrid. Otra vez volvía el triunfo definitivo al campo de Carlos III. Sin embargo volvió una nueva recuperación de los borbónicos: en noviembre de ese mismo año recuperaban Madrid de forma definitiva. En su persecución del ejército austracista se libró la batalla de Villaviciosa de Tajuña, cerca de Brihuega, en la Alcarria, con triunfo indefinido, aunque hizo que la retirada de Carlos III de Madrid fuese definitiva.
En abril, se produce un hecho decisivo para el desarrollo bélico: fallecía José I, el heredero del Imperio, el hijo mayor del emperador Leopoldo, lo que trajo consigo la entronización de su hermano como Carlos VI de Austria. Súbitamente reunía, como dos siglos antes lo hiciese Carlos I de España y V de Alemania, el trono de la Monarquía Hispánica y del Imperio. Esta nueva coyuntura ya no interesaba en las cortes europeas. Poco a poco los frentes en Europa se fueron relajando, lo que permitió que en enero de 1711 los franceses atacasen y conquistasen Gerona.
Se iniciaron las conversaciones de paz y se llegó a la Paz de Utrecht en 1713. En julio firmaba España la paz. Felipe V entregaba los Países Bajos españoles, Nápoles, Cerdeña y el Milanesado a Austria. Por su parte, Gran Bretaña conseguía ventajas comerciales en las Indias y los territorios españoles de Gibraltar (hasta hoy) y Menorca (recuperada en 1802). Saboya se anexionaba Sicilia. Portugal conseguía la colonia del Sacramento cerca del Río de la Plata y se reordenaba la frontera con España.
En 1714 Cataluña quedaba sola y abandonada a su suerte. Desde mayo fue asediada su capital, Barcelona. La artillería francesa destruyó la mitad de la ciudad y, tras sufrir unos 600 muertos, capituló el 11 de septiembre, la Diada.

 Las consecuencias de la guerra

Fueron muy duras en el ámbito material. Esos años, por los combates y por la climatología adversa, hubo muy malas cosechas, las cuales trajeron hambrunas y miseria a la población civil. Sin embargo no hubo epidemias catastróficas, ni apenas víctimas españolas. La población civil era bien tratada por ambos ejércitos contendientes, debido a que necesitaban ganársela a su causa. Tampoco hubo muchos soldados españoles muertos, puesto que los ejércitos en lucha eran, mayoritariamente, extranjeros.
A nivel económico, la consecuencia fue la “liberación” de la sangría que suponía la política hispana en Europa. España pudo dedicarse a su propio territorio nacional y a la intervención en las Indias, lo que permitió que la recuperación iniciada en la última década del reinado de Carlos II se mantuviese un siglo, hasta la crisis finisecular desde 1790.
Lo más significativo fue la centralización administrativa del nuevo Estado español y su castellanización política y cultural. Nacía el concepto nacional contemporáneo de España. Los Decretos de Nueva Planta acabaron con los privilegios ancestrales de los territorios de la Corona de Aragón definitivamente. El nuevo Estado español se seguiría construyendo durante el nuevo siglo XVIII con la aprobación de sus símbolos: la nueva bandera nacional bicolor rojigualda y el himno, sin letra, la Marcha Real, ambos en época de Carlos III, el de Borbón, no el Carlos III pretendiente austracista. Estos símbolos, salvo los dos breves regímenes republicanos de 1873 y 1931-39, son los actuales. Las medidas centralización se extendieron a la organización de los virreinatos de ultramar. Sólo escaparon a esa centralización las provincias vascas y el viejo reino de Navarra, que vieron confirmada la continuidad de sus viejos fueros, dada la fidelidad de estos territorios por la causa de Felipe V.

sábado, 17 de septiembre de 2011

DOS LIBROS SOBRE LA GUERRA CIVIL

Mi particular historia con dos libros, o mejor tres
En la primavera de 1999 compré un libro que me pareció significativo al verlo en las librerías: Las víctimas de la Guerra Civil. En aquellos años empezaban las excavaciones de fosas comunes y se iban descubriendo los horrores de la guerra en esta dimensión, digamos arqueológica. Muchos empezaron a decir que era un escándalo, que había que dejar reposar a los muertos, que ya era agua pasada, etc. En realidad se estaba viendo la represión franquista, mucho más terrorífica que la republicana. Durante casi medio siglo se fueron descubriendo las víctimas en las zonas del fracaso del golpe militar: asesinatos horribles, torturas que asquean a cualquiera, y sin embargo apenas se sabían las otras víctimas, las de los franquistas. Y a casi el cuarto de siglo de la muerte de Franco apenas se sabía de ellas, salvo los casos más escandalosos como el de Federico García Lorca entre otros. Más adelante se publicó otro libro, también terrorífico en su título: La columna de la muerte, el avance del ejército franquista de Sevilla a Badajoz, escrito por Francisco Espinosa, de la Universidad de Extremadura.



Leyendo el primer libro me quedé mudo, pues se basaba en investigaciones de campo, de archivo, una labor ingente y de “chinos” para acabar con la paciencia de cualquiera. Lo coordinaba el gran historiador Santos Juliá y lo escribían los no menos notables Julián Casanova, actual catedrático de Zaragoza, Josep María Solé y Sabaté, Joan Villarroya y Francisco Moreno. Historiadores eminentes y españoles los cinco, lo que rompe el mito de que solo los parcialistas extranjeros anglosajones, los célebres “hispanistas”, nos escriben nuestra historia, tanto moderna como contemporánea sobre todo. El segundo libro lo compré años tarde, en reedición barata de otra editorial y aún lo tengo por leer, pues no encontraba rato para digerir lo que se intuía tras echar reojillos a algunas de sus páginas, las cuales adivinan muertes crueles y sangre por doquier.
El libro de las víctimas lo subrayé y lo fui pasando por partes a mis documentos de Word. Un día lo presté a un informal al que perdí el rastro y no lo he vuelto a recuperar. Hube de recomprarlo en edición barata de kiosko, que es la que he escaneado para ilustrarla aquí.
Paralelamente a este auge de desenterramientos y de escribir la terrible historia de nuestra guerra, laboratorio de odios y de armas de muerte futura, surgió una corriente de historiadores que escribían lo contrario, como si “no ha sido para tanto”, “mucha demagogia”, “cómo se pasan estos progres”, etc, etc. Me refiero a César Vidal, Pío Moa (antiguo terrorista del FRAP o del GRAPO), Federico Jiménez Losantos (faltón público en la radio), y otros muchos. Se limitaban a repetir lo malos y malísimos que fueron los rojos. Para disimular su partidismo iniciaron una campaña de reivindicación de Manuel Azaña. Al poco iniciaron su campaña contra Santiago Carrillo y sus crímenes de Paracuellos. Don Santiago, nonagenario, con una inteligencia notable hoy para su edad, escribió sus memorias allá por 1993 si mal no recuerdo. En ellas vino a decir que no se preocupó de los presos porque estaban los moros y legionarios a centenares de metros del centro de Madrid, y que todos buscaban defenderse ante la futura muerte que les esperaba, similar a la de los pacenses en agosto. Decir que a día de hoy, cada vez hay más certezas de su conocimiento y aprobación de las matanzas. El Partido Comunista estaba muy disciplinado, muy lejos de las “anárquicas” matanzas de los anarquistas y era muy raro que no estuviese informado del asesinato de unos dos mil ultraderechistas.
Con las diatribas y polémicas historiográficas, el debate acalorado y de poco interés historiográfico se acabó degradando aún más cuando se politizó, tanto en los tiempos de Aznar como en los de Zapatero. Era (y es) penoso que mucha gente (que muy poco lee historia y menos la contemporánea) opine y politice como si fuesen catedráticos. Ante la problemática política actual, todos recurren a la guerra civil y la usan vergonzosamente como arma arrojadiza.
Y qué decir del debate de los nombres de las calles de muchos lugres de España, del Valle de los Caídos, de las estatuas, etc, etc. Y lo peor es, repito, la ignorancia generalizada de la guerra y del franquismo en general, periodos de nuestra historia trágica y maliciosamente politizados por ambas partes. En la Alemania actual toda la población sabe de la historia nazi y, sin embargo, no hay ninguna calle ni monumento emblemático que aluda a Hitler o Goebbels u otros jerarcas nazis. Aquí, sin embargo, me cabrea un montón eso de: "es historia, no hay que retirar la placa tal o la estatua ecuestre o el escudo con la gallina", y sin embargo ¿sabe siquiera un porcentaje mínimo esa historia con suficiente objetividad? No. Muchos días paso por la madrileña plaza de Moncloa y ya me doy por vencido ante ese "Arco de Triunfo". ¿De qué triunfo? ¿Del de Franco en SU guerra civil para SU ego y que desangró criminalmente nuestro país?
Y llegamos al inicio de la segunda década del siglo XXI. Y sigue la polémica. Esta primavera surgió el incendio de las biografías de españoles publicadas por la Academia de la Historia, absurdamente politizado. Particularmente no la he leído pero, por los comentarios de la de Franco y su autor Suárez, pues ya me parece ilegible, con todos los respetos. Tampoco me interesa Anes, pues sus libros no me enseñaron nada en la facultad. Pero lo que me cabreó sobremanera fue la politización de los “H”unos y de los “H”otros. Cómo aprovecharon los ignorantes para echar más gasolina al incendio en vez de agua.
Veamos el tercer libro, escrito por un extranjero que conoce más nuestra Historia Contemporánea que la inmensa mayoría de los españoles. Hizo ya la primera biografía seria de Franco. Me refiero a Paul Preston. En la primavera de 2011 compré su nuevo libro: El Holocausto Español. Aún no he terminado de leerlo porque lo estoy digiriendo poco a poco, con puntos y comas por lo polémico de su contenido y que expone magistralmente. ¿De nuevo un anglosajón nos descubre nuestra historia reciente como hace años lo hicieron Raimond Carr, Hough Thomas o Stanley Payne entre otros. NO, ROTUNDAMENTE NO. Afortunadamente tenemos una buena cantera de historiadores jóvenes que nos permite asegurar el relevo generacional. Esa generación de historiadores tiene la naciente tarea de historiar profesionalmente el franquismo, con la ya necesaria distancia en el tiempo para lograr la objetividad, y los últimos cabos sueltos de la guerra civil, la II República y la crisis final del reinado de Alfonso XIII.


Una muestra de la ignorancia popular de la guerra es que hace doce años, cuando salió el primer libro, nadie se fijó en él y fue un preludio. El libro de Las Víctimas... ya descubrió, casi definitivamente la historia de la represión franquista…y de la republicana. Las conclusiones ya las manejaban los historiadores y son prácticamente las mismas que las de Preston actualizadas y que muchos descubren ahora. Una colleja a los políticos de Zapatero que no han hecho nada por la historia seria, más allá de usarla sectariamente pera su propaganda. Tanto como la no menos sectaria política de la época de Aznar.
Tres libros, tres, al menos que vaya siguiendo en el interminable surgir de títulos de cuya información se hacen eco las revistas actuales: La Aventura de la Historia, Clío, Historia y Vida, y algunos boletines más especializados como los de Marcial Pons.
Este verano de 2011, al conmemorarse el noventa aniversario del también olvidado Desastre de Annual en Marruecos, de cuya crueldad me ocupaba yo en entradas entre junio y agosto, veía el debate, a veces envenenado, iniciado en abril, con el setenta aniversario del 14 de abril, tanto en los medios de difusión como en algunos blogs. Sucesos históricos en los que huía yo de la política coyuntural e intentaba meterme en la viuda de esos pobres protagonistas: los jóvenes que sobrevivieron de Marruecos, luego sufrieron la guerra civil. Sender o Barea fueron un ejemplo de ello en sus respectivas obras que examiné en aquellas entradas. Sucesos históricos en fin, usados como dardos políticos por “progres” y “fachas”, casi nunca por historiadores de verdad. No conozco debates entre uso de fuentes o metodologías. NO, solo diatribas políticas baratas para justificar una hipotética -e innecesaria por ahora- III República, las independencias vasco-catalanas, justificación de sociatas o peperos, etc.

Las víctimas de la guerra civil
En esta entrada, antecedente de otra, que se continuará más lejana en el tiempo, hasta que acabe en dos o tres meses el tercer libro, el de Preston, pues engancha y no deja desperdicio ninguna frase, voy a poner una media recensión, la que tengo. El texto siguiente es para compartir mi resumen incompleto, como dije (por peder el contacto con el informal que se llevó el libro original), resumen que escribí hace unos diez años. Faltan partes, ya leídas pero que no he pasado a Word. Lo que más interés veo es en la primera parte del libro y en el epílogo, pues zanja casi la investigación del periodo y casi coinciden ambas con las correspondientes de Preston. Como veremos, Preston incide en las investigaciones pero las bases son de historiadores españoles. Aconsejo leer con más atención la parte tercera del resumen del libro, la cual está completa y fue la que más me interesó por la novedad de las noticias sobre la postguerra, los terribles años cuarenta y que demuestran el ensañamiento de Franco con los vencidos. La guerra no acabó en 1939 para ellos, ni mucho menos. Hay que recordar que cualquier delito suele vencer a los veinte años. Franco hizo caducar las responsabilidades en 1969 ¡treinta años después!, muchas de ellas sin delito de sangre ni de robo, simplemente por ser militante, votante, simpatizante, etc, de la democracia y simple oposición a su régimen, cruel y aniquilante como pocos.
Por último, como imagino que habrá lectores de ideología dispar, rogaría que los comentarios, contrarios o no, sean moderados para evitar cabreos y tensiones innecesarias. También rogaría que cualquier error, más que previsible por cierto, y que pueda verse, se me comunique. Espero que esta entrada sea aprovechada por los lectores y no genere polémicas dañinas para los mismos. Las discrepancias, disfrazadas de ironía y de, a veces, semi-insulto, suelen ser pocas en el fondo de lo tratado, y se deben a malos entendidos por la falta de capacidad de leer y escuchar.


RECENSIÓN PARTICULAR Y PERSONAL DEL LIBRO:

JULIÁ; Santos (coordinador)
CASANOVA, Julián; SOLÉ y SABATÉ, Josep; VILLAROYA, Joan; MORENO, Francisco.
Las víctimas de la Gierra Civil. Madrid. Temas de Hoy, 1999, 2005. 410 págs.

DE “GUERRA CONTRA EL INVASOR” A “GUERRA FRATICIDA”
¿Cómo fue posible tanta crueldad, tanta muerte? Y luego, cuarenta años después, ¿es cierto que nos hemos olvidado de tanto crimen, de tanto muerto? (P.11).
1936 se vio como la lógica culminación de la histórica violencia hispana: guerras civiles y coloniales, rebeliones, pronunciamientos y atentados. En realidad se debió a una causa fortuita: si los militares no se hubieran alzado no hubiera pasado nada.

Rebelión y revolución
Lo fácil del golpe de Primo de Rivera, hizo que todos se confiaran: militares, anarquistas, socialistas. Lo nuevo de 1936 y sus víctimas tienes tres causas:
* División del Ejército: los militares facciosos buscan acabar con los leales, que dejan repartir armas a civiles que les ayuden contra los primeros.
* Diversidad territorial. En Andalucía hay pacto terratenientes-militares contra el campesinado. En Navarra no había jornalerismo, el gran y popular apoyo fue por el masivo carlismo. En Aragón se colectivizó la tierra. En el País Vasco el clericalismo antifranquista sería barrido en otras zonas republicanas.
* Hundimiento del Estado:los rebeldes logran un Estado unido en octubre. La República lo consigue a duras penas a fines del 36.

Políticas de venganza y exterminio
Los muertos en la zona rebelde fueron calculados por los militares y sus aliados civiles como enemigos a aniquilar. Los del área republicana fueron por espontaneidad y sin control de la autoridad. Cálculo frío contra espontaneidad caliente.
Hasta el fin del Eje, las ejecuciones fueron masivas. Los de la zona republicana disminuyen al recuperar el control político el Estado. Ello no resta crueldad: ser católico, empresario, vestir bien, etc. Los estudiantes de la Residencia fueron mirados con odio por los camareros antes solícitos.

Ni mediación ni perdón
Azaña dió un plan de paz, apoyado por Roma (para disimular su simpatía pro Eje), basado en la oposición francobritánica a un régimen pro Eje. Franco se negó a negociar con los futuros vencidos. Hasta 1969 no vencieron los delitos por la guerra.

Guerra fraticida
Durante 40 años hubo miedo y silencio cotidianos. Los críticos de ambos bandos hablan: (S. Juan de Luz, 1948: monárquicos y republicanos: transición con amnistía, partidos y fin de Falange, ya que los aliados no acaban con Franco.

Políticas de olvido y reconciliación
La dictadura dió la generación del 56, jóvenes que no habían ido a la guerra: hijos del régimen opuestos a sus padres. Ruiz Giménez o López Rodó, eran tecnócratas al modo occidental. El PCE de Carrillo rompe con la URSS, busca la caída de Franco y la reconciliación nacional. El silencio del interior y el exilio exterior se achacó la fatal desunión para la República. En 1971 hubo debate en la Iglesia y petición de perdón.

Memoria de la guerra
En 1986 (50 aniversario) hubo un pacto de silencio. En 1996 un inglés habló del tabú entre los españoles ante la guerra. Olvido no debe ser amnesia.

Propósito del libro
El mito de la reconciliación fue la decisión de olvidar. Son víctimas de la guerra las que lo fueron con violencia, lejos de la batalla: ejecuciones, paseos... No son todas las víctimas de la guerra: hubo muchas que murieron de hambre, enfermedades, etc.

PARTE I. REBELIÓN Y REVOLUCIÓN

CAPÍTULO I. VERANO SANGRIENTO

¡Que hablen las armas!
Mola decía en mayo del 36: “...la acción ha de ser en extremo violenta para reducir lo antes posible al enemigo, que es fuerte y bien organizado.” No es un pronunciamiento típico, es la reacción fascista por la amenaza revolucionaria de la República. Se basó en el ejército de África, carlistas y civiles ultras fanatizados.
El nuevo jefe de gobierno, José Giral, el 19 reparte armas al pueblo que no quería defender la republica burguesa, sino su revolución despertada por ese golpe fascista.

Las armas de los sublevados
Desde el 18 de julio se dió un duro terror que neutralizó sindicatos y grupos obreros: encarcelamientos en masa, torturas y terror “caliente” o “paseos”, con muertos en las cunetas. “Le he metido dos tiros en el culo por maricón”, presumía el asesino de Lorca. Bandas de asesinos ajustan cuentas, tapadas por militares y caciques. Se mata por placer. De 50 a 70% del total de víctimas por represión de toda la guerra fueron ese verano del 36: 80-90% en Sevilla, Zaragoza, Navarra, Badajoz, etc. Un simple aniversario servía para asesinar en masa: en Sevilla, el 11 de agosto, aniversario del golpe de Sanjurjo, cayó Blas Infante. Agosto, mes festivo fue el mes de la muerte.
Ni siquiera las voces de clemencia impidieron el fusilamiento de los generales Miguel Campíns y Domingo Batet. El primero, gobernador militar de Granada, se opuso a la sublevación y fue detenido a punta de pistola (...). Conducido a Sevilla, fue (...) fusilado. Franco, amigo de Campíns, intercedió sin éxito ante Queipo de Llano. Batet (...) se negó a unirse a los sublevados, por lo que fue (...) fusilado el 12 de febrero de 1937. Franco, ignorando el ruego de clemencia formulado por Queipo, llegó a intervenir en el proceso judicial contra Batet. Fue su venganza contra Queipo por la ejecución de Campins. (PÁG. 67).

El pueblo en armas
Se reprimió duro a los militares derrotados: Goded, fusilado el 12 de agosto en Montjuïc, lugar donde cayeron cientos de anarquistas. En Lérida milicianos catalanes que iban a Zaragoza sacaron a presos y los ejecutaron.
En Madrid fueron las sacas en otoño, sobre todo de militares, además de obreros moderados, conservadores y católicos. Patrullas saquean palacios: algunos eran presos comunes huidos tras el golpe. En el asalto a la Cárcel Modelo (23 de agosto) se asesinó a 30 políticos: Fdo Primo de Rivera, Ruiz de Alda o Melquiades Álvarez.
Jaén, desbordado por tantos presos trasladó a Madrid varios cientos. Más de 200 fueron ejecutados al llegar a Atocha los días 11 y 12 de agosto.
La mayoría de los muertos en la zona republicana lo son en el verano, salvo en Madrid, que lo son en noviembre. Más del 50% de los 8.352 de Cataluña lo fueron en verano y el 80% hasta diciembre.
Otra excepción fue Huelva, casi sin muertos. Los hechos de Sevilla no se vengan. La represión fue de los sublevados al tomar Huelva el 29 de julio: 1.084 asesinados en agosto, 834 en septiembre y 2.000 más hasta 1945.

Avances rebeldes, pérdidas republicanas
En julio hubo cambios de bando por ofensivas rápidas. En Puente Genil el 23 de julio se derrota y asesina a los guardias civiles, clérigos y terratenientes (115 muertos). El 1 de agosto la Legión se venga con 1.000 muertos. En Baena, los guardias sitiados, liberados por la Llegión el 28, matan a 700 hasta diciembre. Yagüe asesinó en Badajoz a 5.000. Salazar entregó a los refugiados. En Toledo la represión franquista es de 659. Acaba el verano con decenas de miles de muertos.

CAPÍTULO II.
“LIMPIAR ESPAÑA DE INDESEABLES”: VIOLENCIA AL SERVICIO DEL ORDEN

Al inicio de la guerra, el exterminio del contrario es básico: había que acabar con el obrerismo activo, en acción conjunta de militares y patronos. La represión fue muy dura donde se respondió el golpe con una huelga. Triunfar en un lugar no era seguro: las plazas estaban rodeadas de zonas hostiles, por ello se usó el terror. También se dió en zonas alejadas del frente: Valladolid, Galicia, etc.
Mas dura fue donde fracasó el golpe y llegaron en verano los rebeldes: Huelva, Badajoz. En Huelva hubo un verdadero genocidio: entre septiembre y noviembre hubo 2.296 muertos. Los republicanos en retirada no se vengaron.

Víctimas y verdugos
La represión inicial fué selecta: los primeros son autoridades republicanas: hombres públicos, profesionales, clases medias, que habían compartido mítines y actos con los militares sublevados. Eran asesinados para arrebatarles el poder.
*Primero se aniquila al gobernador civil. Donde triunfó el golpe las fuerzas del orden fueron golpistas. Se asesinó a los cuatro gobernadores de Galicia. Francisco Pérez Carballo, el de Coruña, 24 años, madrileño, licenciado en Derecho y Filosofía, líder de la FUE, ateneísta. Nombrado en 1936. Fusilado el 24 de julio. Su mujer, licenciada en Filosofía. Embarazada, ante la noticia abortó. Fue violada y muerta en agosto por falangistas.
El gobernador de Zaragoza, 40 años, Ángel Vera Coronel, pequeño empresario de Elda, se negó a armar a los obreros el 18 de julio. En 1937 fue ejecutado por “ley de fugas”. En 1937 seguían las ejecuciones en Zaragoza por consejos de guerra.
El de Huelva, Diego Jiménez Castellano, no dio el estado de guerra, por lo que tras la toma por los rebeldes de la ciudad fue ejecutado. El gobernador de Sevilla resistió a Queipo. Un jesuita amigo logró salvarle. Salió de la cárcel en 1945.
Si no caía el gobernador se detenía a la familia. Ignacio Mateos Guija, gobernador de Cáceres, comerciante de Navalmoral, huyó. Padre y hermanos fueron asesinados y el resto de la familia encarcelada. Los falangistas saquearon su tienda.
*Diputados del Frente Popular. El diputado por Castellón, Casas Salas salió con milicianos y guardias civiles hacia Teruel (25 de julio). En el camino se sublevan los guardias. Los milicianos y Casas son muertos en Teruel. En Huesca hubo matanza: cae el ex-alcalde Manuel Sender, hermano del escritor.
*Maestros y profesores. Algunos abandonaron su republicanismo del 31 ante la radicalización y casi aceptaron el golpe: Unamuno no condenó las ejecuciones iniciales, pero después vió caer a amigos y profesores. Murió amargado en diciembre.
*Líderes obreristas. Militares, falangistas, patronos y conservadores, cansados de ellos, toman la revancha. En Rioja, sin gran resistencia el 18 de julio, la cacería alcanzó a más de 2.000 personas. Igual violencia desproporcionada afectó a Navarra y Aragón. Antonio Plano, alcalde del PSOE de Uncastillo (Zaragoza) vió la rebelión del pueblo en el 34. El 18 de julio estaba en Zaragoza. Fué asesinado en su pueblo y se jugó con su cabeza. Su tienda de muebles fué repartida entre ricos del lugar. 49 activistas del 34 fueron “paseados”.
“La ola exterminadora atrapó también a miles de ciudadanos que nunca habían destacado por sus intervenciones públicas, o eso pensaban ellos. (...) bastaba que algún vecino declarara que esa persona no iba nunca a misa, visitaba la casa del pueblo o el ateneo libertario (...). Así cayeron abatidos hombres y mujeres que nunca supieron porqué, que tuvieron la mala fortuna de cruzarse en el camino de universitarios falangistas, de propietarios bienpensantes que no les otorgaban a los desposeídos ni derecho a respirar. Sólo así se entiende que los trabajadores de la tierra y jornaleros ocupen porcentajes abrumadores entre las víctimas de Extremadura, Andalucía, pero también en Navarra, La Rioja y Aragón. O que en esas ciudades como Sevilla y Zaragoza, a caballo todavía entre el peso de la agricultura y una incipiente industrialización, obreros y campesinos, proletarios industriales y trabajadores de fábricas y talleres de pequeño y medio tamaño, asalariados en el sentido más amplio, figuren con altísimas cifras en el agrupamiento de los asesinados por profesiones.” (PÁG 103).
Es el reflejo de una represión de clase, de arriba a abajo, sobre todo en el campo. Para que no se localizase a los verdugos, las ejecuciones eran lejos del pueblo.
“(...) El puente de Alconetar sobre el Tajo (...) Julián Chaves (pescador) descubrió a una señora con un tiro en la frente agarrada a su niño “que había muerto de frío en los brazos de su madre”. Los enterró allí mismo...”(PÁG 105).

Muchas mujeres sufrieron corte de pelo, acoso sexual y asesinato. Mª Domínguez, primera alcaldesa de España, nacida en 1882, en Pozuelo de Zarzón (Zaragoza), de familia analfabeta, huyó del pueblo por malos tratos del marido. En Barcelona fué criada. Muy lectora, fué a los 36 años maestra del Valle del Baztán. En Zaragoza casó con un socialista. Feminista y socialista, fue “paseada” en noviembre del 36. Su marido apareció muerto en un pueblo cercano.

Amparo Barayón, mujer de Sender, tras la huida de Ramón a Madrid desde San Rafael, huye a Zamora por seguridad. Protestó por la muerte de su hermano y fue detenida. Un cura le negó la absolución por su matrimonio civil. La mató un falangista experto en violar y maltratar mujeres que años atrás la había cortejado sin éxito.

Hubo pobretones, aduladores y serviles que buscan el favor de la burguesía, además de los que odiaban a sus vecinos y veían ahora su revancha. Hombres de orden, diputados de la CEDA o Falange como el que fue a por Lorca.

Requetés y falangistas tras el Ejército, hacen el trabajo represivo sucio, con total permisividad de este y de la Iglesia. Además declaró el estado de guerra y trocó la justicia ordinaria en militar. No frenó una anarquía que siempre controló.

Una violencia bendecida
La violencia era, para la Iglesia, justa ante el anticlericalismo, incluso colaboraba en ella. La ayuda fue recompensada: financiación estatal, control total de la enseñanza y legislación de sus valores morales.
CAPÍTULO III.
“ABAJO LA IGLESIA, QUE CAIGA EL PODER”:
LA VIOLENCIA DESDE ABAJO

Tiempos de desorden
Con el Estado hundido todo el verano, nació gran número de poderes de difícil control. Surgió una oleada de igualitarismo militante. En diciembre de 1936 llegó Orwell a Barcelona y vió tiendas colectivizadas, iglesias saqueadas, banderas rojas y negras, “tú” frente a “usted”, “salud” frente a “adiós”. Antes se asesinó con total impunidad a miles de personas. Entre los milicianos hubo criminales profesionales que veían el crimen para llegar a la revolución. El clero fué el primer enemigo a batir. Después los militares. En otoño remitió el terror y se implantó el orden en la retaguardia republicana al recuperarse el control del Estado.

“Salud pública”, justicia popular y terror organizado
CATALUÑA
Derrotar el golpe costó muchas vidas, lo que trajo la ira con los derrotados. Se hundió la autoridad del Estado y la Generalitat y se armó a los anarquistas. Por tanto, no fueron los revolucionarios los que trajeron la revolución, sino que, ya desatada se aprovechó para zanjar viejas cuentas desde la Restauración. Aunque hubo delincuentes comunes, rebasó la simple guerra de burgueses y proletarios: muertos somatenistas, pistoleros de sindicatos libres, propietarios, clero, obreros moderados, regionalistas de la Lliga y nacionalistas moderados. Los faístas toman la calle y desbordan a comunistas y republicanos.
Y aunque un tercio de las 8.352 víctimas de ese terror en Cataluña encontró la muerte en Barcelona, la persecución, si se pone en relación el número de asesinados con el de habitantes, fue más dura e intensa en las comarcas agrícolas del interior que en las industrializadas del litoral. (PÁG.127).
La ira se cebó con la Iglesia: incendios, supresión del culto, exhumación de momias, asesinatos (más de 1/3 del clero total España), sin pasar por tribunales.
En Lérida, camino del frente aragonés se asesinó a militares, políticos y clero. Se formó un Comité de Salud Pública, bolchevique-jacobina. El 20 de agosto hubo gran matanza de curas “sacados” hacia Barcelona. Los juicios eran en medio del clamor público, sin pruebas, con ejecución inmediata.
De los 8.352 muertos totales, 6.400 lo son en 1936 (80%). Una auténtica revolución, a pesar de los intentos de ciertos anarquistas y nacionalistas por salvar a muchos, como al cardenal Vidal i Barraquer.

MADRID
En las “checas” se torturaba y se “sacaba” a presos para su ejecución y tirada en bordillos: sobre todo militares, políticos y clérigos. A veces delincuentes comunes las dirigen: Agapito García Atadell robó lo que pudo hasta su huída en octubre. Fué detenido en un buque francés en Canarias. Llevado a Sevilla fué ejecutado a garrote, sin conseguir salvarse al fingir una conversión al catolicismo.
La Modelo no era “checa”, pero de ella salieron presos hacia Paracuellos en noviembre y en ella se asesinó a muchos políticos derechistas en el asalto de agosto.
Paracuellos (7-8 de noviembre) fue especial, como también lo fue la situación: ataque a Madrid, vacío de poder tras la huida del gobierno a Valencia y el nombramiento de Carrillo como responsable de Orden Público. De los 5.000 presos totales en Madrid, 2.000 fueron muertos en Paracuellos y Torrejón y enterrados en fosas comunes. Hubo otros 700 después. El franquismo habló de 9.000. La culpbilidad real parece de Carrillo, jefes policiales y asesores soviéticos, movidos tanto por la guerra como por odio de clase.
Madrid es el típico terror organizado, llevado por socialistas y comunistas, con víctimas militares y políticos conservadores, sobre todo en verano y otoño; mientras que en Barcelona fué terror espontáneo, llevado por anarquistas, y sus víctimas mayoritarias fueron curas y propietarios, sobre todo en verano.

ARAGÓN
Los milicianos dominaron amplias zonas de Aragón sin ninguna de sus capitales. Impusieron la colectivización a un campesinado muy pobre que la desconocía y que no era anticlerical ni de izquierdas. Hubo 3.000 asesinatos indiscriminados de cualquier clase social: jornaleros, pequeños propietarios, caciques, guardias civiles, etc. Las iglesias se destinaron a almacenes, polvorines, despensas o salas de baile, además de recoger todos los iconos de culto particulares y ser quemados.
En Barbastro murió el 87% del clero masculino. Las monjas fueron obligadas a servir. El obispo fue castrado entre insultos. Murió tras larga agonía en el cementerio, al fallar la descarga. El autor de los hechos paseaba ufano los testículos por la calle.

VALENCIA
Afectó a todas las clases sociales opuestas al régimen (5.000 total regional). Entre ellos, José Antonio. La ira anticlerical fue intensa, destacando entre los demás muertos. En julio apenas hubo muertos, pero se dispararon entre agosto y octubre. En Alicante hubo “saca” el 29 de noviembre tras un bombardeo aéreo.

EXTREMADURA-ANDALUCÍA
No hubo pueblo importante sin persecución de personas de orden, asesinándolas y confiscando sus bienes: de terratenientes a profesionales de cierto poder: médicos, farmacéuticos, estudiantes, etc. Coincidían socialmente, aunque no en ideología, con aquellos que buscaban integrar a los trabajadores a la República y que podían morir en una u otra zona, según les tocase.

LA MANCHA
Hubo más de 8.000 muertos. Aquí venció el Frente Popular y hubo un fuerte vacío de poder, lo que dió gran nº de asesinatos, la mayoría en verano. Destacan las muertes de los obispos de Cuenca, Sigüenza y C. Real, éste entre vítores populares.
A familias y esposas de derechistas también se las humilló, pero sin la saña de falangistas y militares. También se respetó a gran nº de religiosas.

“Ellos se lo buscaron”: la ira anticlerical
El clero fue el primer blanco de la ira popular. Donde fue derrotado el golpe la violencia anticlerical fue brutal: 6.800 clérigos muertos y casi todas la iglesias y tumbas saqueadas. Muchos fueron torturados brutalmente recordandoles los autos de fe inquisistoriales, ante la pasividad de la gente. “Ellos se lo buscaron”, se decía.
Ese ataque no era tanto a la religión como a la Iglesia en sí, como aliada de los poderosos. En realidad favoreció la propaganda posterior: caídos por Dios en los 40 y 50, y beatificación hasta hoy de miles de curas por Roma.
Es hora ya de que la conmoción dejada por el anticlericalismo no siga tapando el exterminio religioso de los vencedores de abril de 1939. (PÁG.157).

CAPÍTULO IV. DEL TERROR “CALIENTE” AL TERROR “LEGAL”
Tribunales populares

Justicia militar

PARTE II. MAYO DE 1937-ABRIL DE 1939
CAPÍTULO I.
REPRESIÓN DE HUIDOS Y GUERRILLEROS EN LA ZONA SUBLEVADA

Los sucesos de Cáceres

Represalias en Badajoz

Los huidos de Huelva

Los “Niños de la Noche” de Córdoba

En Málaga la muerte continúa
CAPÍTULO II.
AVANCE FRANQUISTA Y REPRESIÓN. LA CAMPAÑA DEL NORTE Y LA OFENSIVA DE ARAGÓN
Santander
Los presos vascos eran 22.000. La mitad fué liberada en noviembre, un cuarto en batallones de trabajo y el resto en prisión. Ajuriaguerra, artífice del Pacto de Santoña, fue condenado, aunque luego fué indultado. A casi 1.000 curas vascos se depuró.

Las cifras de Vizcaya
Hubo 1.788 muertos. Militares profesionales del Estado Mayor fueron fusilados.

Continuidad de la violencia y terror en Asturias
En el sitio de Oviedo apenas hubo “paseos” por miedo a ser tomada la ciudad. Tras la liberación en octubre de 1936 los paseados fueron numerosísimos. Los moros mataron y saquearon a placer. Tras la derrota, miles de personas huyen a la montaña o por el mar hacia Francia, otros fueron detenidos y ejecutados.
La represión tras la conquista fue feroz, al ser “región hostil”. Muchas fosas no se han hallado. La saña duró meses y casi ningún pueblo escapó, sobre todo la cuenca minera. Los mineros fueron muy castigados y, casi sin excepción, se ejecutó a los activistas del 34. Tras ellos los profesionales: comerciantes, profesores... En Gijón, de 1937 a 1949 hubo 1.264 ejecutados. La represión total en Asturias es de 5.000.

Los huidos asturianos
De los cientos de huidos sólo algunos eran guerrilleros. El Ejército batió casi toda la región y tuvo muertos, vengándose con familiares de huidos. Muchos buscan huir a Portugal por León. En Tazones (1939) se planeó un embarque masivo. Se juntaron 700. Fueron detectados y huyeron de nuevo a sus refugios, muriendo muchos.

Aragón, marzo de 1938
Entre enero de 1937 y 1939 se ejecutó a 451 personas en Zaragoza. Huesca, entre guerra y posguerra: 1.519. En Teruel: 1.002 personas.

Cataluña, abril de 1938. El caso de Lérida
Lleida, indefensa, cae el 3 de abril del 38 tras un duro bombardeo: 400 muertos. Fué denunciada la operación incluso por los jesuitas. Al entrar en la ciudad se quemaron libros del Registro Civil para tapar la repercusión de la matanza.
Manuel Carrasco i Formiguera, opositor a Primo de Rivera, diputado en las Constituyentes, católico, defensor de la Iglesia, líder de Unió Democrática, salvó a muchos curas. En febrero del 37 huye a Francia por el acoso anarquista. En la huida es detenido por tropas rebeldes. Fué fusilado en Burgos en agosto. Además de comunistas, derechistas o católicos se atacó a nacionalistas. El franquismo propagó el odio a Cataluña. En Pallars Sobirá (Pirineo Central) se ejecutó a 69 personas sin juicio: incluso embarazadas, la causa de la masacre no se sabe aún.

CAPÍTULO III. LA OCUPACIÓN TOTAL DE CATALUÑA

Represalias en período no bélico. De febrero a abril de 1939
Unas 320 personas cayeron arbitrariamente. Algunos que evitaron la represión republicana y esperaban a los franquistas se desengañaron con su barbarie: hubo fusilamientos por su pasado catalanista moderado. Estas muertes se producen contra una población que espera la llegada de tropas “nacionales”.

CAPÍTULO IV. LA REPRESIÓN EN LA ZONA REPUBLICANA

Mayo de 1937. Andreu Nin y el POUM

El SIM y la “quinta columna”

La actuación de los Tribunales de Alta Traición y Espionaje

La odisea de Menorca

El problema de los prófugos y desertores

Checas y campos de trabajo

CAPÍTULO V. LA REPRESIÓN DE UN EJÉRCITO EN RETIRADA
Tras el Ebro hubo desbandada a Francia por Cataluña bajo bajo fuego aéreo aleman. Se mataba a cualquier sospechoso franquista, a quien negase comida, al que no se enrolara en el ejército en retirada, etc. Es el odio del vencido. En Gironella se fusiló a 16 personas de más de 40 años al no querer ser movilizados.
Lo ocurrido en Olvan es dramático. Un grupo de emboscados en la zona alta de los bosques ve acercarse a unos soldados con la bandera “nacional”. Confiados, salen a recibirlos, bajando hacia el pueblo, pero en el descenso se topan con numerosos soldados “rojos” que huían. Los republicanos mataron a una veintena a golpes de bayoneta para evitar ser localizados. Cuando las tropas regulares franquistas entran en la localidad, un vecino es asesinado por un motivo insignificante: querían su cazadora de cuero. (PÁG. 261)
A veces, los republicanos se hacían pasar por franquistas y ver las reacciones para reprimir.
Al atacar Yagüe Barcelona muchos presos son “sacados” con los retirados, aunque no fué posible la “saca” de todos, siendo muchos liberados al caer la ciudad, y otros asesinados en la huida. Sánchez Mazas logra huir. En el Alt Empordà se ejecutó al obispo Polanco, de Teruel, al coronel Rey D’ Harcourt, defensor franquista de Teruel y jefes de la G. Civil y la Legión Cóndor. Sus restos fueron quemados. Los ejecutores desoyeron las órdenes de trasladarlos a la zona aún en poder republicano.



CAPÍTULO VI. EL FINAL DE LA GUERRA
Cartagena
En Cartagena la sublevación se adelantó un día a la de Casado. El 3 de marzo se nombró jefe naval a un comunista: Francisco Galán, hermano de Fermín. Los casadistas ven un golpe comunista. Se subleban y liberan a los presos franquistas. La madrugada del 4 al 5 el gobierno recupera el control, aunque la flota huye de Cartagena. Un buque franquista intentó desembarcar y fué volado por las baterías.

El golpe de Estado del coronel Casado
Muchos militares profesionales creían en la camaradería militar después de la guerra y creían en una paz honrosa, por lo que algunos se oponen a la resistencia ultranza. Tras la toma de Cataluña, las democracias se decantan por Franco.
El 5 de marzo es la rebelión de Casado, Cipriano Mera y Besteiro contra Negrín. El 6 hay duros combates entre casadistas y comunistas hasta el 12. Los comunistas fueron fusilados. Hubo 2.000 muertos.
No hubo paz honrosa, sino rendición sin condiciones. El 26 Yagüe avanza por Extremadura sin resistencia. El 30 el gobierno de Casado huye del país. 15.000 personas desesperadas se apiñan en Alicante. Casi todos morirán días después en el campo de concentración de Los Almendros.
El despacho brutal y violento del general franquista Saliquet pretendía que a los refugiados e impotentes defensores de la República “se les reduzca por la fuerza de las armas”. La memoria de quienes vivieron aquellos trágicos y dramáticos momentos de los tres últimos días de la guerra nunca olvidará a las docenas de personas que prefirieron morir antes que vivir bajo el franquismo. (PÁG. 273)

PARTE III. LA REPRESIÓN EN LA POSGUERRA

CAPÍTULO I. LA REPRESIÓN FÍSICA

En 1939 Franco, tras hundir la democracia republicana, busca su aniquilación total con el terror organizado que evite su recuperación. En la Modelo de Barcelona, Isidro Castrillón, su director, dice a los presos en abril del 41: “...un preso es la diezmillonésima parte de una mierda”.

1. Primera represión: campos de concentración, exilio y presos masivos

* Centenares de miles de presos en los campos de concentración
En abril del 39 miles de prisioneros y vagabundos asustados caminan por todo el país al borde de la resistencia humana.
Los campos de concentración acogían prisioneros de guerra y eran filtro para depurar responsabilidades. Fueron centros de humillación, sufrimiento y muerte. Hubo unos 50: Moncófar (Castellón); Miranda de Ebro (con presos de las Brigadas Internacionales); San Marcos (León), el peor de todos: 800 muertos; La Granjuela (Córdoba), con visitas de falangistas para hacer sacas de presos y fusilarlos; Castuera, donde los fusilados eran llevados a minas y rematados con bombas; Albatera (Alicante) con los sitiados en el puerto, con ejecuciones desde el primer día.

* Casi medio millón de españoles huye de la represión fuera de España
En febrero de 1939 llegaron a Francia 470.000 refugiados (a finales de 1938 ya había 45.000), además de 12.000 que habían huido de Alicante. De ellos, 170.000 eran mujeres, niños y ancianos. Francia los trató con hostilidad y sólo les reconoció como refugiados en 1945, tras luchar en la SGM. En 1949 había 125.000 refugiados.
México recibió sólo a personas cualificadas, el obrero no tenía opción. La URSS les obligó a luchar en la SGM. Eran apátridas marginales contra el fascismo.

Los campos de concentración franceses
18 campos de concentración de la Francia democrática: malos tratos, mala sanidad. 1.500 heridos del hospital de Camprodón que no querían caer en manos de Franco, huyeron a Francia rotos por el dolor, agotados por la nieve. Les esperaban los campos franceses sin las elementales condiciones. Varios centenares murieron.

Los campos de concentración del norte de África
En pleno desierto argelino estuvo Max Aub con los supervivientes de la Columna Durruti. El trato fue genocida. Acabó con el desembarco aliado de 1943.

Los campos de exterminio nazi
La mayoría en Mauthausen (15.000, con la mitad de supervivientes) y a Dachau.

El exilio de los niños
Separados de sus padres, a veces para siempre, vivieron desarraigados en países muy diferentes. Un 45% no volvió jamás. Hubo muchos niños anónimos como Ana Frank, otros fueron gaseados en campos nazis, y muchos de los de la URSS murieron en la SGM.

* Las cárceles franquistas: hacinamiento, hambre, epidemias y muerte
En 1940 había 280.000 presos, a los que sumarían otros 100.000. Hambre, avitaminosis, epidemias y alta mortalidad. Las cárceles estaban saturadas ya en 1939. Se improvisan iglesias, casonas o escuelas sin una mínima salubridad.
La degradación primariza al hombre: Miguel Hdez habla en sus cartas de comida, sin inquietudes poéticas. Hubo 4.663 muertos reclusos por hambre y epidemias en 13 provincias. Si se piensa en el total provincial la cifra es brutal. El franquismo condenó a morir de hambre a miles de presos. De 280.000 presos (1940) se pasó a 124.423 (1943). Los libertos debían ir a diario al cuartel de la Guardia Civil, con los problemas laborales que conllevaba.
La corrupción se toleró: los funcionarios vendían la libertad condicional al conocer la posición económica del preso.
Como el 70% de los presos eran casados, los niños que estaban con sus madres apenas podían sobrevivir. Los que tenían a sus padres encarcelados ingresaban en centros benéficos, donde ejercía la Sección Femenina.

2. La tortura sistemática: otro eje fundamental de la represión franquista
Se restauraron las brutales palizas que acaban en muerte. Falangistas y familiares de iban a cárceles para dar palizas a presos sólo por odio. Seleccionaban a cargos políticos.
La tortura fué generalizada: Miguel Hernández no escapó a ella porque querían que confesase que él mató a José Antonio. Las palizas hacían que se firmase cualquier cosa. Policías y jueces dirigían las torturas y hasta participaban en ellas. Hubo inducciones al suicidio, pero es difícil de cuantificar.
En 1942, el ministro de Gobernación Blas Pérez, fundó la policía política, no tanto para perseguir delitos de guerra como hacerlo con las organizaciones guerrilleras.

3. La eliminación física y el ceremonial de la muerte
* El “estado general de denuncia”. Falsedades y arbitrariedad
Las denuncias debían de depurar los sucesos de la guerra, pero se dió vía libre a las venganzas personales y de vecindad. Nadie estaba seguro de nadie, todos podían ser denunciados arbitrariamente y condenados a muerte. En la España rural había conexión entre los jueces y los caciques oligarcas para confeccionar listas negras y acordar penas de muerte.
He aquí el caso patético de Juan Cantador Zamora, en Villanueva de Córdoba. Sin una denuncia concreta, fue condenado y fusilado. Su hija Catalina estuvo presente en el juicio: “ El día 24 de mayo de 1940 fue juzgado por el tribunal militar...En el acto del consejo de guerra el fiscal requirió a doña Luisa Doctor como acusadora, para que indicara cuál de los procesados que estaban en el banquillo había matado a su marido. La buena señora dijo que no conocía a ninguno de ellos, ni había hablado nunca con él...
>Fiscal: -Entonces, ¿cómo dijo que había matado a su marido?
>Denunciante: -No, señor. Habrá entendido mal el juez don Juan Calero, pues yo dije un lindero, casero de Juan Elías.>
Es decir, que Juan Cantador no era la persona denunciada por aquella señora. Hubiera procedido, en lógica, absolver a aquel hombre. No ocurrió así. Fue condenado a muerte y fusilado. (PÁG.310-311).

Algunas denuncias eran para apoderarse de bienes de la víctima. El denunciante, si quería acabar con alguien, la víctima podía darse por muerta. Las depuraciones por delitos de sangre fueron mínimas: lo esencial fueron las de odios personales.

* La proliferación de juzgados y tribunales militares
La maquinaria represiva recayó en la jurisdicción militar. Los militares podían aparecer igualmente como defensores o como fiscales. Los jueces militares solían ser familiares de víctimas de derechas, con lo que la venganza estaba asegurada.

* Los consejos de guerra. Falta de garantías jurídicas
Desde mayo de 1939 se generalizó el esperpento del consejo de guerra. A los acusados se les incidía en su historia obrerista y su graduación militar republicana. Al llegar las alegaciones de los acusados, los pobres jornaleros apenas podían hablar.

* Las ejecuciones “legales”
Eran las que se daban tras un consejo de guerra. Ante las penas de muerte las familias iniciaban la desesperada búsqueda del indulto, casi siempre imposible.
Diego San José pasó por un primer consejo de guerra que lo condenó a doce años, pero el fiscal Pérez de la Osa se empeñó en acabar con él y lo llevó a un segundo consejo de guerra, del que salió con pena de muerte. La razón de tal saña, una vieja querella personal. Diego había criticado desde las páginas de El Liberal la concesión de un premio literario a un hermano del fiscal, y este se la tenía jurada al periodista. La familia de Diego inició gestiones desesperadas para salvarle la vida. Su hija fue un día a Capitanía y observó que en la ficha de su padre había una anotación: . Entonces la familia acudió al mismísimo Millán Astray, con el que había tenido algunos contactos en la redacción del periódico. Millán Astray tomó interés sincero por el caso; pero la familia no quedó ahí. Visitaron también a Joaquín Álvarez Quintero, que aplazó su salida de vacaciones a El Escorial para visitar a un amigo que, a su vez, lo era del general Saliquet (era el verano de 1940). Además, redactaron una carta a Franco, con firmas del Ateneo, de la Sociedad de Autores y del Círculo de Bellas Artes, encabezando éstas Emilio Carrère. Por medio de éste, y a través del marqués de Lozoya, la familia consiguió una entrevista con el entonces ministro general Varela. La esposa y una hija llegaron al palacio de Buenavista, al despacho de Varela. Éste las recibió fríamante. Al decir la esposa que su marido era periodista, Varela torció el gesto: . Y añadió: . La causa volvió a Capitanía y cayó en manos del asesor jurídico Francisco Corniero, que la estudió a fondo e informó favorablemente. En cuanto Millán Astray supo que el indulto iba por buen camino, él mismo llamó a la familia para comunicarle la noticia. Ésta tuvo que ser la odisea de Diego San José para salvarse, pero ¿quiénes entre los miles de condenados contaban con tal red de influencias y de conocidos bien situados? (PÁG. 323).
La última palabra sobre las condenas de muerte era el de Franco, por el que pasaron todas las de la posguerra. La frialdad de Franco era total, a la hora del café. Hasta el propio Serrano Súñer, ministro de Gobernación reconoció esa frialdad.
Los condenados a muerte eran incomunicados y esperaban hasta un año en 1941 para la ejecución en medio de fuerte angustia, dada la acumulación de ejecuciones.
El 5 de agosto de 1939 se fusiló a 56 personas (43 hombres y 13 mujeres “Las 13 rosas”, todos jóvenes de las Juventudes Socialistas) en venganza por el atentado contra el oficial de la Guardia Civil Isaac Gabaldón, torturador y ex quintacolumnista. Él, su hija y el chófer fueron muertos cuando volvían de Talavera a Madrid.
Las muertes se cebaron en el proletariado, sobre todo rural. En algunas comarcas se llegó al colapso agrario por falta de mano de obra. Fusilados fueron también importantes nombres como Zugazagoitia, entregado por la Gestapo, Lluís Companys y muchas más personalidades republicanas.

* Las ejecuciones arbitrarias. “Paseos” y “Ley de fugas”
Tuvieron repuntes escandalosos entre abril-mayo de 1939 y en 1947-49.

4. Otra forma de represión física: diversas modalidades de trabajos forzados
El jesuita Pérez del Pulgar inventó el término de Redención de Penas por el Trabajo (1938). Surgen los Batallones Disciplinarios de Trabajadores. Fueron el gran negocio del régimen y de ciertas empresas privadas que tuvieron mano de obra baratísima. Las condiciones de trabajo eran muy duras, dándose una gran mortalidad (imposible de cuantificar) por hambre, epidemias, agotamiento o torturas.
En Santiago de Compostela, el Batallón 28 (4ª compañía), en la construcción del campo de aviación de Labacolla. A éste alude el testimonio de Pedro Gómez González: . (PÁG.339)
La constructora de José Banús consiguió las obras del Valle de los Caídos, donde trabajaron miles de presos. En 1943 había 11.554 presos en estos destacamentos.

CAPÍTULO II. LA REPRESIÓN ECONÓMICA

1. La represión económica arbitraria: el expolio y la rapiña
La Ley de Responsabilidades Políticas permite la confiscación de bienes. Fue una dura represión económica, extrajudicial y de vulgar pillaje. Las casas de los vencidos fueron saqueadas por los falangistas en abril del 39 con la euforia triunfal.

2. La represión económica judicial: Ley de Responsabilidades Políticas
Aprobada en febrero de 1939, era retroactiva a octubre del 34 y la inculpación de los familiares cuando el acusado había muerto. Cualquier votante o militante del Frente Popular era inculpado: más de 300.000. Nunca en la historia europea actual hubo una represión económica tan grande. Personas acomodadas de izquierdas fueron arruinadas. Fueron multados los herederos de los fusilados. La ley se derogó en abril del 45, pero los expedientes que había en curso lo siguieron hasta 1966.

CAPÍTULO III. OTRAS FORMAS DE REPRESIÓN

1. La represión ideológica
* El papel de la Iglesia católica: colaboración y silencio
El franquismo también reprimió las mentes. La labor fue de la Iglesia, responsable de la dura represión. La Iglesia exaltó el régimen para recuperar su poder social perdido con la República. En la posguerra no hizo nada por detener la represión y guardó silencio ante “paseos”, ejecuciones, torturas y otros excesos del régimen.
En la represión había miembros de Acción Católica de Propagandistas (ACNP), con los ministros: conde de Rodezno o Esteban Bilbao, que avalaron la aberración jurídica de la represión con carácter retroactivo. También Máximo Cuervo, director de prisiones y responsable del exterminio por hambre; y José Sánchez Muniain, destinado a lavar el cerebro y secretario de Herrera Oria. Ambos pasaron a dirigir la BAC.
Algunos clérigos formaron “listas negras” tanto en la guerra como después y muchos militaron en FET. El arzobispo de Madrid, Eijo Garay, daba pastorales justificativas, de obligada lectura en las cárceles. El clero reeducaba presos contra sus ideas democráticas y socialistas imponiendo obediencia y resignación.
En las ejecuciones algunos confesaban, presionados sicológicamente. Otros blasfemaban. Las presiones llegaban al sadismo: los curas que no lograsen la cristianización eran mal vistos. Cuando se daba la libertad condicional se debía aprobar un exámen de catecismo para salir.

2. Represión laboral, depuraciones y marginación social
El 25 de agosto de 1939 se reservaba el 80% de las oposiciones a los vencedores de la guerra, siendo los vencidos excluidos del empleo público. Lo mismo ocurrió en las empresas privadas. El régimen aseguraba el trabajo a sus fieles logrando un duradero apoyo al mismo y el mayor clientelismo de nuestra historia.
La depuración llegó a la Administración, marginando a los desafectos. También llegó a periodistas y colegios profesionales. Los docentes fueron especialmente purgados. Se extirpó el krausismo y la ILE. Gran número fué purgado por ideas ateizantes y desafección a la causa. Muchos se suicidaron, otros, degradados por la miseria acabaron en el robo y en la prostitución.
Las mujeres izquierdistas fueron rapadas. Además, eran paseadas publicamente y violadas. Algunos jueces se cobraron favores sexuales de mujeres desesperadas para salvar así a sus maridos o hijos, sin cumplir luego la promesa en algunos casos.

CAPÍTULO IV. HACIA EL “TRIENIO DEL TERROR”(1947-49)

1. La represión de los huidos y de la guerrilla
La represión empujó la huida a las montañas con fines meramente defensivos.
El período de los huidos, hasta 1944, fue de supervivencia de partidas aisladas, sin ofensiva alguna. Los huidos conocían el terreno y despistan a la G. Civil. Al fracasar, los guardias deciden saquear a los campesinos: robo de ganados, etc. Al seguir fracasando deciden atacar a los familiares de los huidos, con palizas y torturas generalizadas, con excelentes resultados al régimen.
El periodo de la guerilla, 1945-1950. En otoño del 44, los comunistas invaden el Valle de Arán, buscando la intervención aliada. El régimen reprimió durísimamente.
Los comunistas introducen envian grupos guerrilleros para formar guerrillas, al igual que otros grupos políticos. También hubo amagos de guerrilla urbana: sabotaje en la Diagonal de Barcelona y contra diarios falangistas (1946), pero desarticulados en el 47. En Madrid, en 1945, se dió un asalto a la sede de Falange de C. Caminos, con dos falangistas muertos. La policía política no tuvo escrúpulos en la represión.
Camilo Alonso Vega, jefe de la G. Civil acudió a la guerra sucia: los delatores fueron verdaderos verdugos de la guerrilla. Existía la táctica de no tomar prisioneros: con los muertos había medallas, con los presos no.
Entre 1947-49 se endureció la represión (trienio del terror), se colocó en los lugares estratégicos a los mandos más duros. En 1947 más de mil guerrilleros murieron en toda España, aún sin contar los efectos de la ”ley de fugas”. En 1948 cae la curva de muertos, ya muy diezmados, aunque subió la mortandad por ley de fugas (casi de genocidio contra campesinos y familiares). Ese año muchos guerrilleros huyen a Francia, muy difícil para los guerrilleros del Centro-Sur.
En 1949 la guerrilla estaba casi aniquilada, aunque siguió la guerra sucia. Los guerrilleros estaban dispersos, sin puntos de apoyo, esperando sólo la muerte. Fué cruel la cacería de hombres aislados. En algunas zonas llegó a mediados de los 50.
En esta fase final, el único anhelo de los últimos guerrilleros fué alcanzar Francia.
(...) evasión de película, ésta fue la de “Pablo el de Motril” (Manuel Pérez Rubiño o Rubio) y cinco compañeros (...). En junio de 1952 decidieron salir de Granada. Caminaron por Albacete y pueblos de Valencia. En Millares los localizó la Guardia Civil, pero se escabulleron. Cruzaron tierras de Castellón y Teruel en agosto. En Granada se detectó al ausencia y mandaron a Barcelona al capitán Caballero Ocaña, experto en capturar fugitivos y en aplicarles la “ley de fugas”. Vigiló casas de familiares y amigos, adonde podrían llegar. El gran problema de los fugitivos era el paso del Ebro. Allí también los esperaban, en vados y puentes. Tuvieron el acierto de cruzar en una barquilla, obligando al barquero, que después dio cuenta. El peligro arreciaba. Entraron en tierras de Lérida, pero tuvieron el acierto de torcer luego hacia Huesca. Compraban en las tiendas de los pequeños pueblos, para no cometer atracos, lo que delataría su paso. Atravesando montes y gargantas llegaron a los Altos Pirineos franceses. Obligaron a un pastor a que los guiara en el último trayecto. El 14 de octubre de 1952 (...) cruzaron, por fín, la frontera francesa, mientras el capitán Caballero los buscaba en Barcelona. Habían coronado cien días de marcha y sortearon miles de peligros. (P.392)
Los últimos guerrilleros fueron algunos anarquistas catalanes, en especial Francisco Sabaté Llopart “Quico”, abatido en Barcelona en enero de 1960.

2. La represión de la actividad política clandestina
El franquismo reprimiría con saña cualquier oposición política: los fusilamientos desde 1942 eran ya represión política y no castigo por la guerra.
El primer grupo comunista nació en verano del 39. Pronto acabó en el paredón, al igual que socialistas y anarquistas. En 1941, en Lisboa, hubo otro grupo comunista. Salazar la entregó a Franco. Las torturas fueron espantosas y fueron todos fusilados.
El PSUC y sus miembros fueron torturados en 1941 en la siniestra Vía Layetana. (...) Luis Fernández , al que se le escapó que tenía una cita con el dirigente Vicente Peñarroyo en la plaza de la Universidad. Cuando la policía llevó a a la cita, éste se arrojó delante de un trolebus y murió. Sólo así pudo salvar a Peñarroyo de caer en manos de la policía. Por breve tiempo, desde luego, porque al año siguiente, los sabuesos de Vía Layetana dieron con él en una casa de comidas de la Ciudad Condal. Fue acribillado, pero antes tuvo tiempo de disparar y de herir al comisario Polo, dejándolo cojo el resto de su vida. (PÁG. 398)
En junio de 1944 se formó la Alianza Nacional de Fuerzas Democráticas (ANFD), con anarquistas, socialistas y republicanos. El PCE estaba muy activo en Pirineos y el sur, pero el régimen no daba tregua y desmanteló su estructura en Málaga y Sevilla. En febrero de 1945 caía toda la ejecutiva del PSOE. Entre 1946 y 1947, la CNT tuvo su mejor momento, aunque cada tres meses caía un comité nacional.
En 1947 el antifranquismo se apagó casi por completo, por una dura represión e inhibición de los aliados. En 1948 estaba casi desarticulada y seguía sin tregua la represión. La ANFD fue liquidada en 1949. El 4 de noviembre de 1950 la ONU retiró la resolución de 1946 contra Franco. La oposición no contaba nada en Europa, la cual apostaba por el régimen de Franco. Los sacrificios fueron inútiles. La resistencia posterior fué apagada por los futuros TOP y la Brigada Político-Social (BPS).
Llevaban razón los represores de Sevilla al producirse la sublevación de 1936: “Aquí, en treinta años no hay quien se mueva”. (PÁG. 405)

APÉNDICE. LAS CIFRAS. EL ESTADO DE LA CUESTIÓN

VAN SALIENDO MONOGRAFÍAS Y TRABAJOS DE CAMPO Y ARCHIVOS. HAY TRABAS A LA INVESTIGACIÓN POR GOBIERNOS MILITARES. NO HAY ESTUDIOS DE ZONAS CON DURA REPRESIÓN, COMO BADAJOZ, POR ELLO LAS CIFRAS OFICIALES NO SON FIABLES.
LOS DATOS TRADICIONALES SOBRE LA REPRESIÓN FRANQUISTA SON CASI SIEMPRE CORREGIDOS AL ALZA; Y CORREGIDOS A LA BAJA LOS DE LA REPRESIÓN REPUBLICANA, LA CUAL, DATADA POR HISTORIADORES FRANQUISTAS EN 70.000, NO DEBIÓ SUPERAR LAS 50.000, SEGÚN INVESTIGACIONES DE HOY. LA REPRESIÓN FRANQUISTA, INFRAVALORADA EN UNOS 57.000, ESTÁ APARECIENDO MUCHO MAYOR. SI EN LA MITAD DE LAS PROVINCIAS SE CUENTAN 72.527 FUSILAMIENTOS (GUERRA Y POSGUERRA), HABRÍA QUE PENSAR EN EL DOBLE PARA TODA ESPAÑA.

 
PUNTO Y APARTE POR AHORA, PUES, COMO YA DIGO, ESTOY AÚN POR LA MITAD DEL TOMAZO DE PRESTON. ESPERO UN PAR DE MESES POR LA FALTA DE TIEMPO AL NO TENERLO YA COMO EN EL VERANO.